ojos de clavel
mirando al rodar
fragancia nostalgiosa
sombra y canallada,
sepa usted que aquí
ya nadie se atreve
a empedrar senderos
si hasta el viento se estremece
husmeando su cintura
cada vez que vuelve,
rayando la tierra
en este tiempo de piquete
bajo el sol gayolero.
A la vía ciega
con su vaiven taqueado,
su alma de punga;
torva y malvenida,
porque en esto de pifiar
solo quedó su apariencia,
su vestido de mulera,
y... ni me quiero olvidar
que solo vino a lurpiar
mi corazon enroscado
que aunque un poco tongo
desvivido aún reniega
cuando lo saco a pasear.
No se atreva a "yuntiar"
dijo ese poeta fulero
a este otario remendado
que solo brinda por ella
cuando está medio empinado
haciendose el busca
sacandose la mufa
por no dejarla entrar.
( ¡No se le vaya a pasar
dejar la memoria sin pasador
oxidada en el asunto
de una avivada atorranta!)
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