La consigna
al final de los dedos
es ¿Qué más?,
apretar el corcho
hasta sangrar
por el borde un sueño...
poco, despacio; dejar
zarpar una botella
entre la paciencia,
Amar aún más
aquella doncella
al desnudarse
de un tiempo ajeno.
(Que ojalá sea bueno conmigo)
Intento, pero
por un momento
pasa siempre
entre mis ladrillos
al otro lado, el de adentro.
el de la penumbra
que apunta mis impulsos!
la pizca necesaria
de mi carne,
dentro del pozo,
resistiendo loco
por tan solo amarte.
Vuelve, aunque sean olas
de la interperie,
viento en los atajos
de un puñado de almas
sin resguardo,
Que sea la deriva
donde alguien me pida
otra vez favores...
después de todo,
ese Diego naufragado
se va solito
se va perdido
sin rumbo,
un poco dormido
hasta alguna orilla.
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