martes, 1 de diciembre de 2009

Por qué escribo

A veces uno duerme en la cabeza mil mañanas
revelandose al pestañeo de las rutinas
grises, acaecidas piezas de algún despojo ajeno
al través como una hoja hecha de tinta.

Ahí estamos, dóciles ante al enemigo
pacientes pero dormidos.
Ahí estamos escribiendo fantasías
inútiles al tacto, como la falta de caricias.

Pero seguimos, esperando otro destino
escribiendo otro camino, mas escabroso
torturando al cuerpo que no es mas que cuerpo
descubriendo sueños que no tienen tiempo.
Dile a las palabras que no se callen,
al silencio que ayude y a los gritos que esperen,
que allá voy, o vamos, a seguir escribiendo.