lunes, 20 de septiembre de 2010

El océano y la recompensa



Vuelan ojos de silencio
como una brisa marina
a tientas, orillas abatidas
en el tiempo de los alisios.

Llevo el cuerpo intersticio
de luciérnagas despistadas
busco tu figura espigada
en la memoria, mi capricho.

Adiós! playa de tormentos
dejo esta noche desierta
adrizando mi alma incierta
a la brújula de los vientos.

Naufrago ciego en mis ansias
a merced de las centellas
sé que aún persigo huellas
perdidas en la distancia.

Pero es mi rumbo y paradero,
plagado de mil quimeras,
tus manos en las fronteras
para encontrar mi derrotero.

Te busco luna de seda
entre mi cielo 
pastrano
y solo encuentro lo ufano,
en tus hechizos de sirena.

Llevo tu orilla imprecisa
pértiga en mi corazón
son abrazos de soñador
en sol de tu sonrisa.

Impregna fantasía mía
los mapas y las mareas
resoplando entre las velas
la garúa hecha ceniza.

A sotavento eres mi guía
en lo que pueda suceder
como pájaros del atardecer
ya cansados de su día.

Y me esperas en el cieno
haciendo puerto a mi abrigo
como un faro en pleno avío
parpadeando como un trueno.

Es claro tu horizonte
en donde marchitan heridas
fondear a tu cintura infinita
esta nave hecha pasiones.

Llego finalmente a tu calma
de regazo y besos desnudos
desatando todos mis nudos
ciclones azotandose a tu alma.

Vuelan ojos de silencio
como una brisa marina
a tientas, orillas abatidas
en el tiempo de los alisios.

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Dile a las palabras que no se callen,
al silencio que ayude y a los gritos que esperen,
que allá voy, o vamos, a seguir escribiendo.