lunes, 5 de julio de 2010

Un día en la granja




Cada vez que el blanco se enciende
descolgado en otro recuerdo
y el vacío en alud
sepulta el eco del amanecer
la voz del sol siempre vuelve
al calor, al adiós de un nuevo día
que crece y crece en el viento
prometiendo una noche más a la razón
que también a veces se equivoca
como una promesa hecha en barro.

Lo único cierto son los colores,
pintando cuerpos maltratados
inventando momentos ajustados,
lejos, lejos del exceso,
de eso que otros llaman...
de eso que otros viven....
lejos de todo, llenos de nada
librados solamente a Dios.
(si es que aún existe)

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Dile a las palabras que no se callen,
al silencio que ayude y a los gritos que esperen,
que allá voy, o vamos, a seguir escribiendo.