resplandece en la corola de tu flor,
en el abril de tus ojos,
sin tiempo ni reposo,
agitada y huerfana.
La gran tormenta
no la detienes,
debe de venir a enjugarlo todo
nuestros cuerpos
envenenados de distancia,
descompasados
abrazandose a fantasmas...
Estas ahí en mi poniente
como un faro perfumado
pulsando en la noche de mi alma
atravesandome el cuerpo
por la espalda, infiel,
deseándome en las sombras
donde nadie nos conmueve
Somos dos saboreando las mentiras,
de silencios que hablan de nosotros,
como en una batalla de fuego
hemos declarado a la guerra rebeldía
a cuerpo abierto
sin poder siquiera vernos.
En un disparo de piel
que nos ha dado en el blanco
agonizamos en nuestra tierra hollada
a goce pleno en las trincheras
despreocupados de lo que venga.
Nos tocamos a contratiempo
penetrandonos desde otros quienes....
el placer de ellos no nos conmueve
al menos en esta batalla
seguiremos en nuestros papeles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario