Una sombra a la deriva, sin mar, ni encuentros.
Casi una moneda mal habida, un aliento caliente en la melancolia.
Ya abatido por la rutinaria forma de hablarte, me senté a mirarte,
como casi nunca, casi en el olvido de aquella noche, sin disculpas.
No soy lo que esperas, tan aciago, tan patético
como las flores que detesto regalarte.
Tan vacio tan bastardeado como los sueños.
Ni una caricia reprimida sobre tus pechos, sobre mis miedos.
No tengo nada, nada.
No puedo quererte, ni matarme.
No puedo. No puedo.
Otros dias soy Dios y prefiero olvidarte,
Ser como las aves que el otoño aleja,
Dejar que el yugo me lleve.
Ya no soy humano, no sientas pena
Ni sentimiento... yo solo tengo mis alas
lo que soy… y prefiero protegerte de mí.
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