sábado, 8 de mayo de 2010

La reina y el pollito

intento darte mas abrazos que obligaciones (o mandatos)
cuando te hablo mis caricias son discursos interminables
y entiendo que ser padre me puede, me mueve a estar mas cerca
puedo sacarme el disfraz de hombre disciplinado
con tanta facilidad que hasta me asusta, mi peluche despeinado
llevo la desfachatez pegada al alma, y generalmente me pasa
que se dobla el tiempo, y el otro yo, el de acá
se queda en un banco de la plaza, esperando;
mientras que sin pedir permiso, nosotros nos juntamos
a pintar ahoras, ensuciar pijamas o a cantar mañanas.

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Dile a las palabras que no se callen,
al silencio que ayude y a los gritos que esperen,
que allá voy, o vamos, a seguir escribiendo.